Saludo Cuaresmal de fray Juan Carlos Saavedra, Maestro General Mercedario
Provincia Mercedaria
de Chile

Saludo Cuaresmal de fray Juan Carlos Saavedra, Maestro General Mercedario

Miércoles 17 de Febrero, 2021

 


SALUDOS CUARESMALES

SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR (Lc 11,1).

Hermanos y Familia mercedaria:


A puertas de iniciar la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, expreso mis saludos y oraciones por la salud de todos ustedes, encarnando las palabras iniciales del capítulo once del evangelista san Lucas, quien nos sigue educando en la fe a través del diálogo sostenido entre Jesús y sus discípulos para aprender a orar al Padre Dios (cf. Lc 11,1ss.).

Mediante estas líneas, les manifiesto que en muchas ocasiones me impresiona el paso del tiempo, como algunos en forma poética y coloquial dicen: “el tiempo es oro”, “hay que aprovecharlo” porque “vuela rápidamente”, hasta el punto que llegamos a decir “no tengo tiempo”. Todo ello, me ha invitado a pensar, que hace pocas semanas habíamos iniciado el Año Nuevo, dejando atrás el Año viejo convertido en la Pandemia 2020, el cual, nos ha afectado a todos, no sólo en lo vital y corporal, en la política y administración económica, sino en nuestros modos y esquemas de concebir y enfrentar la vida, incluido nuestros proyectos y acciones eclesiales. Ahora, estamos ya en la quincena del mes de febrero, por el cual, en dos días cambiaremos de color litúrgico, dejando por un momento el color verde del Tiempo ordinario, por el morado del Tiempo cuaresmal, que nos invita a vivir un camino de conversión personal, unido a la Lectio divina, al ayuno y la abstinencia como preparación para la Semana Santa y la Pascua del Señor.

Somos conscientes que como institución y familia redentora hemos sido probados en muchos campos por los avatares de la enfermedad; a nivel de la vida, algunos de nuestros hermanos y hermanas se han contagiado y han sufrido en carne propia la enfermedad, otros han sobresalido al tener la protección de Dios, la compañía de nuestra Madre de la Merced y de todos los santos y beatos a quienes invocaron en sus momentos difíciles. En este aspecto, también hemos visto que varios de nuestros familiares y amigos fueron afectados por el Covid 19 y se curaron; por eso, los abrazo fraternalmente porque supieron aceptar la voluntad de Dios en sus vidas, sobretodo por haber luchado y demostrado ser buenos guerreros en el frente de batalla. Sin embargo, nuestra Orden también se vistió de luto, puesto que algunos no lo lograron y ahora reposan en la gloria eterna de Dios, por ello, junto a mis hermanos de la curia general expresamos nuestras condolencias a todas las familias que de una u otra manera fueron afectadas por la angustia, el dolor y la muerte de algún ser querido.

Como podemos ver, observar y analizar, las noticias en el ciberespacio siguen anunciando los peligros que genera el coronavirus, los infectados y las muertes continúan y van apareciendo las nuevas cepas que afectan a la humanidad. Todo ello, causa preocupación, pero a la vez, se fortalece la esperanza, al saber que hay algunos adelantos, como la creación, distribución y uso de las vacunas como antídoto añorado en los últimos tiempos. Por eso, nuestro aplauso a los científicos que obran en bien de la humanidad, al personal médico y sanitario, a las fuerzas del orden nacional y público, a las instituciones civiles y eclesiales porque van encontrando caminos de salvación con huellas de solidaridad.

A pesar del stress y el cansancio, como ciudadanos y constructores de esperanza, como consagrados sanos y aparentemente saludables, como sobrevivientes de estos nuevos tiempos, tenemos la gran misión de seguir siendo voces proféticas y servidores del Señor en tiempos de frontera para ver, juzgar, actuar y celebrar por la vida que Dios nos da, celebrando la eucaristía diaria por la salud de toda nuestra familia redentora que vive y sufre los peligros y ansiedades. Por ello, alegrémonos como los discípulos de Emaús (Lc 24.13-35) o como la samaritana (Jn 4,5-43) por tener la dicha de encontrarnos con el Señor cada día de nuestra existencia.

A través de esta misiva, les digo gracias por todo lo realizado hasta hoy, sobretodo por haber sido pacientes y tolerantes al dinamizar la vida fraterna y la misión integral con el pueblo de Dios. Gracias por cuidar y asistir al prójimo en los momentos difíciles y por asimilar los protocolos de sanidad, por el cual ha sido posible prevenir y combatir el virus en cada comunidad. Gracias por su calidad de vida y bondad misionera, por las pastorales encarnadas, porque han demostrado que la fuerza del Evangelio permite ser parábolas vivientes en un mundo golpeado por la crisis y la desesperación. Gracias por ser promotores de la dignidad humana entre aquellos que buscan un poco de salud y libertad. Gracias por escuchar la voz de Dios que nos dice “Ven y verás” (Jn 1,45-51) para aprender de Él y servir con obras de misericordia cada día, porque “estuve enfermo y me has visitado” (Mt, 25,36). Mas aún, gracias por su tiempo hecho oración utilizando los medios de comunicación para seguir evangelizando entre la encrucijada de la vida cotidiana.

Que este tiempo cuaresmal sea como el semáforo, el cual, puesto en color rojo nos invita a hacer un alto a la jornada hasta que la luz ámbar nos prepare para el cambio y pasemos al color verde que nos permita Visitar y Liberar a los necesitados. Pidamos a Dios que nos ayude a dejar muchas cosas negativas, tratemos de buscar un espacio personal para vivir nuestro desierto con decisión, fortaleza y humildad y así escuchar la voz de nuestro Salvador. Como ejercicio práctico, les propongo reencontrarse con la Sagrada Escritura, para interiorizar nuestra historia en la Historia de la Salvación.

A modo de conclusión, les digo: Que nada nos aleje de Dios; al contrario, respiremos aire puro en el desierto cuaresmal para encontrar el gusto al evangelio de la Vida. Que la fuerza de la divina Trinidad los acompañe siempre, ya saben, no se agoten en el camino, aprendan de Jesús que buscaba la otra orilla o un lugar solitario para orar. Vivan esta cuaresma con sencillez y pobreza, con responsabilidad y obediencia, con castidad y pureza en el Espíritu para recibir frutos abundantes y compartir el pan con gestos de fraternidad y solidaridad.

Invoquemos la presencia de Nuestra Madre para que Ella nos ayude a caminar hacia Dios y hacia la casa de todos, como Nolasco que visitó muchas casas y lugares del cautiverio donde se encontraban los marginados de la sociedad. Crezcamos en el amor divino en clave de fidelidad y gratuidad para manifestar siempre el Sí de nuestra consagración con signos de comunión y misión. No perdamos de vista a los cautivos, como nos decía el Papa Francisco en la clausura del Año jubilar: ¡No pierdan el entusiasmo! Sobretodo, porque no debemos perder el primer Amor. Para ello, somos y estamos en el mundo, para superar la contingencia y enfrentar la emergencia con gestos de Merced que brotan de la experiencia cuaresmal configurada por la Gracia que convierte y transforma a los promotores de la redención.

Vivamos con esperanza esta Cuaresma, pidiendo al Espíritu santo que nos fortalezca con los antídotos y medicinas espirituales que saben curar al pueblo de Dios.

Dios los cuide, proteja y bendiga siempre, Amén.

Roma, 15 de febrero del 2021, a los 802 Años de la fundación de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced.

 

 

Fray Juan Carlos Saavedra Lucho

Maestro General



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