La experiencia mariana que vivió San Pedro Nolasco la madrugada del 1 a 2 de agosto del año 1218 en Barcelona se conoce como “Descensión de la BienaVenturada Virgen María de la Merced”.
El relato posible se refiere a que la Virgen, portadora de la voluntad divina de su Hijo, lo manda a fundar una Orden Redentora, dedicada a la redención de cautivos cristianos.
Esta inspiración forja históricamente una nota profunda de admiración y amor a la Madre de Dios que profesan religiosos, religiosas y laicos en los casi 800 años de la Orden.
La nota mariana de la redención de cautivos aparece completamente lógica, ya que, cruzados y caballeros medievales invocaban a la Madre de Dios para obtener las diversas mercedes o gracias especiales como la victoria en una batalla o la sanación frente a una peste o la redención de los cautivos como san Pedro Nolasco. Este aspecto se ha encarnado en un relato popular en que se establece un dialogo entre la Virgen y san Pedro Nolasco, la escena acontece en el clima de oración en que se encuentra el joven Nolasco. La aparición se expresa en una intensa luminosidad que lo envuelve y la figura de una dama resplandeciente y acogedora que le dice “es voluntad mía y de mi Hijo que fundes una familia de religiosos para liberar a los cristianos cautivos”.
La simplicidad de la escena y las abreviadas palabras de la Virgen expresan la convicción que la Orden de la Merced ha sido fundada por María, a quien se le llama cariñosamente fundadora e inspiradora de la obra redentora de Nolasco.
Este recuerdo nos lleva a un renovado amor a María que consuela a sus hijos oprimidos, abriendo una luz de esperanza a través de nuestra familia de religiosos.