El Papa León XIV destaca la misión redentora de la Orden de la Merced en su exhortación “Dilexi te”
Provincia Mercedaria
de Chile

El Papa León XIV destaca la misión redentora de la Orden de la Merced en su exhortación “Dilexi te”

Viernes 10 de Octubre, 2025

 
En los números 59 - 62 de su primera exhortación apostólica Dilexi te (“Te he amado”), el Papa León XIV menciona explícitamente a la Orden de la Merced junto a los trinitarios, reconociendo su testimonio heroico de caridad y su compromiso actual con la liberación de los cautivos de nuestro tiempo.

 

El pasado 4 de octubre, en la memoria de San Francisco de Asís, el Papa León XIV firmó su primera exhortación apostólica, titulada Dilexi te (“Te he amado”), centrada en el amor a los pobres y en la dimensión liberadora de la caridad cristiana.


En un gesto que ha conmovido profundamente a la Familia Mercedaria, el Santo Padre menciona expresamente a la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced en los números 59-62 del documento, reconociendo su papel histórico y actual en la misión de redimir y acompañar a los cautivos.


 

En dichos pasajes, el Papa recuerda que, entre los siglos XII y XIII, san Pedro Nolasco fundó una comunidad de consagrados que “nació con el carisma específico de liberar a los cristianos esclavizados, poniendo a disposición sus bienes y ofreciendo, a menudo, su propia vida a cambio”.


Al mencionar el cuarto voto mercedario, León XIV subraya que este compromiso radical fue “una expresión del amor trinitario: un Dios que libera no sólo de la esclavitud espiritual, sino también de la opresión concreta”.


 

El Santo Padre profundiza además en la espiritualidad redentora de la Orden, describiendo cómo los religiosos “no veían en el rescate una acción política o económica, sino un acto casi litúrgico, una ofrenda sacramental de sí mismos”. Este testimonio de entrega, dice el Papa, encarna el mandamiento de Cristo: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13).


 

Con una mirada actual, León XIV reconoce que la tradición mercedaria sigue viva hoy, inspirando nuevas formas de acción frente a las esclavitudes modernas: la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo forzoso, las adicciones y toda realidad que atente contra la dignidad humana. “Cuando la Iglesia se arrodilla para romper las nuevas cadenas que aprisionan a los pobres, se convierte en signo de la Pascua.”

Para la Orden de la Merced, este reconocimiento pontificio es una confirmación del carisma redentor que, desde hace más de ocho siglos anima su presencia en el mundo. En el contexto del Jubileo de la Esperanza, la exhortación Dilexi te invita a renovar el compromiso con los “cautivos de hoy”, haciendo de la misericordia un camino concreto de liberación y de fe encarnada.

Como recordó recientemente el Maestro General, Fr. Leoncio Vivar, O. de M., “ser mercedarios hoy significa continuar siendo signo profético del Reino de Dios, realizando con generosidad y alegría nuestra misión carismática al servicio de la libertad y la esperanza”.

 

 

 

A continuación pueden leer en su integridad los dos numerales en que el Papa menciona las órdenes redentoras:

 

60. Entre finales del siglo XII y principios del XIII, cuando muchos cristianos eran capturados en el Mediterráneo o esclavizados en las guerras, surgieron dos Órdenes religiosas: la Orden de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos (trinitarios), fundada por san Juan de Mata y san Félix de Valois, y la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced (mercedarios), fundada por san Pedro Nolasco con el apoyo de san Raimundo de Peñafort, dominico. Estas comunidades de consagrados nacieron con el carisma específico de liberar a los cristianos esclavizados, poniendo a disposición sus bienes y a menudo ofreciendo su propia vida a cambio. Los trinitarios, con el lema Gloria Tibi Trinitas et captivis libertas (Gloria a Ti, Trinidad, y a los cautivos libertad), y los mercedarios, que añaden un cuarto voto a los votos religiosos de pobreza, obediencia y castidad, dieron testimonio de que la caridad puede ser heroica. La liberación de los cautivos era expresión del amor trinitario: un Dios que libera no sólo de la esclavitud espiritual, sino también de la opresión concreta. El gesto de rescatar de la esclavitud y de la prisión se considera una prolongación del sacrificio redentor de Cristo, cuya sangre es el precio de nuestro rescate (cf. 1 Co 6,20).

  1. La espiritualidad original de estas Órdenes estaba profundamente arraigada en la contemplación de la cruz. Cristo es el Redentor de los cautivos por excelencia, y la Iglesia, su cuerpo, prolonga este misterio en el tiempo. Los religiosos no veían en el rescate una acción política o económica, sino un acto casi litúrgico, una ofrenda sacramental de sí mismos. Muchos entregaron sus propios cuerpos para sustituir a los prisioneros, cumpliendo literalmente el mandamiento: «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» ( Jn 15,13). La tradición de estas Órdenes no cesó. Al contrario, inspiró nuevas formas de acción frente a las esclavitudes modernas: la trata de personas, el trabajo forzoso, la explotación sexual, las distintas adicciones. La caridad cristiana, cuando se encarna, se convierte en liberadora. Y la misión de la Iglesia, cuando es fiel a su Señor, es siempre proclamar la liberación. Aún en nuestros días, en los que existen «millones de personas —niños, hombres y mujeres de todas las edades— privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud», dicha herencia es continuada por estas Órdenes y por otras Instituciones y Congregaciones que actúan en las periferias urbanas, las zonas de conflicto y los corredores migratorios. Cuando la Iglesia se arrodilla para romper las nuevas cadenas que aprisionan a los pobres, se convierte en signo de la Pascua.

 

Fuente: Secretaría Pastoral Provincia Mercedaria de Chile.



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