
Septiembre es un tiempo especial para la Iglesia y, de manera muy particular, para la familia mercedaria. La Providencia nos regala la coincidencia del Mes de la Biblia y el Mes de la Merced, recordándonos que la Palabra de Dios y el carisma redentor son dos fuentes que beben de la misma esperanza.
La Biblia no es un libro del pasado, sino una voz viva que acompaña a cada persona en su camino. Desde nuestro carisma, la leemos con ojos redentores: descubrimos en sus páginas al Dios que escucha el clamor de su pueblo, que se inclina ante la esclavitud de los oprimidos y que envía liberadores para abrir caminos de vida. Así lo hizo con Moisés, así lo hizo con María al pronunciar su “sí”, y así lo hizo Cristo, Redentor pleno, que inspira nuestra misión mercedaria.
Este año, la Iglesia universal vive el Jubileo de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco. Aunque su voz profética ya no resuene entre nosotros, permanece vivo su llamado a redescubrir la esperanza que nace del Evangelio. Para los mercedarios, esperanza significa creer que ninguna cadena es definitiva, que la misericordia puede abrir horizontes nuevos, que el amor de Dios sigue rompiendo prisiones, visibles e invisibles, en nuestra historia.
Por eso, septiembre no puede ser solo un mes de celebraciones externas. Es un mes para dejarnos interpelar y comprometernos. Te invitamos a tres gestos concretos:
Abrir cada día la Biblia, dejando que la Palabra ilumine tus decisiones y te enseñe a mirar la vida con esperanza.
Vivir un gesto de liberación, acompañando a alguien que esté prisionero de la soledad, de la pobreza, de la tristeza o de la falta de sentido.
Acercarte a María de la Merced, nuestra Madre, que sigue inspirando libertad y ternura en quienes la invocan.
Que septiembre nos encuentre con la Biblia en las manos, la esperanza en el corazón y la misericordia en el caminar. Así, la Palabra se hará carne en nuestra vida y la Merced seguirá siendo signo vivo de redención para el mundo de hoy.
Fuente: Secretaría Pastoral Provincia Mercedaria de Chile.
