La Orden de la Merced conmemora el legado misionero de la Sierva de Dios Lucía Etchepare
Provincia Mercedaria
de Chile

La Orden de la Merced conmemora el legado misionero de la Sierva de Dios Lucía Etchepare

Viernes 27 de Junio, 2025

 
Un recorrido por la vida y el espíritu de entrega de quien, nacida en Uruguay en 1882, dio forma a la Congregación de Hermanas Misioneras Mercedarias de Brasil, enfrentando pobreza, lejanía y barreras culturales para llevar el Evangelio a los pueblos más necesitados.

27 de junio, Día de la Sierva de Dios Lucía Etchepare

Hoy recordamos con gratitud y admiración a Lucía Etchepare, nacida el 6 de julio de 1882 en Carmelo, Uruguay. Hija de Pedro y María, sintió desde muy joven el llamado a consagrar su vida a Dios y, en 1901, ingresó en la Congregación de Hermanas Mercedarias del Divino Maestro.

 

Tras su traslado a Argentina, Lucía demostró notables dotes de liderazgo, siendo elegida superiora general de la congregación en varios períodos. Sin embargo, su corazón misionero ansiaba ir más allá de las fronteras conocidas. Impulsada por el espíritu renovador de la Iglesia y el deseo de fundar una comunidad de carácter eminentemente misionero, viajó en 1934 a Buenos Aires, donde conoció al entonces obispo de San Ramón Nonato de Piauí, monseñor Inocencio López Santamaría.

 

Ante la escasez de clero y religiosas en Brasil, monseñor Inocencio la invitó a abandonar todo para acompañar la misión ad gentes en Piauí. En 1937, Lucía se instaló en la prelatura. Poco más de un año después, el 10 de agosto de 1938, vio cumplido su sueño: nació en San Raimundo Nonato (nombre de Ramón en portugués) la Congregación de Hermanas Misioneras Mercedarias de Brasil.

 

Desde entonces, su vida se convirtió en testimonio de entrega absoluta: compartió la dureza de la pobreza extrema, la barrera del idioma, la escasez de agua y la soledad de los caminos polvorientos. Sin embargo, su fe firme y su confianza en la providencia divina la sostuvieron en cada desafío. Con paso sereno pero decidido, llevó a las aldeas más apartadas el mensaje de conciencia, dignidad y amor que brotaba de su propio corazón.

 

El 27 de junio de 1961, Lucía Etchepare entregó su espíritu en Salvador de Bahía, dejando tras de sí una familia misionera que sigue creciendo. Hoy, su ejemplo florece en cada hermana que abraza la misión, en cada comunidad brasileña que celebra la merced y en cada uno de nosotros que comparte su anhelo: “Cuánto deseo que Jesucristo sea conocido, amado y seguido por todos.”

 

Lucía Etchepare encarna la valentía de quien no teme renunciar a todo por el Evangelio. Su fe profunda la llevó a proclamar:

“Aquí he encontrado la manera de servir a Dios, en esta misión a la que Él me envió.”

Su camino refleja el latido de los pueblos oprimidos y su urgencia por la libertad espiritual. Su vida, un canto de esperanza, nos invita a escuchar la llamada del Señor y a ofrecer nuestra propia existencia como puente de redención.

 

Conmemoremos hoy el inolvidable testimonio de la Sierva de Dios Lucía Etchepare y renovemos nuestro compromiso de servir con la misma pasión y entrega.

 

Fuente: Secretaría Pastoral Provincia Mercedaria de Chile.



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