Discernir la vida a la luz del Redentor
Junio llega como un tiempo para detenernos, mirar hacia dentro y hacia lo alto, y preguntarnos con sinceridad:
¿Cómo es mi vida hoy? ¿Cómo quiero que sea? ¿Y cuáles son los pasos que tengo que dar para caminar hacia esa plenitud a la que Dios me llama?
Esta no es solo una inquietud espiritual más. Es la pregunta clave de toda conversión, el punto de partida del seguimiento cristiano y del dinamismo redentor que marca el corazón de nuestra Familia Mercedaria.
La vida no es un camino sencillo. Requiere discernimiento, audacia y valentía.
El discernimiento (tan necesario en este tiempo de tantas voces y tantas sombras) es esa capacidad de leer lo que nos ocurre a la luz de Dios. Es estar atentos a los movimientos del alma, a las inquietudes que nacen en la oración, a las decisiones que nos acercan o nos alejan de la libertad interior y del servicio a los demás.
Porque la verdadera libertad no se improvisa: se cultiva, se elige y se protege.
Y es ahí donde nuestro carisma mercedario cobra sentido. Porque somos llamados, como hijos e hijas de la Merced, a liberar y dejarnos liberar. A no caminar solos, sino al ritmo de un Dios que se acerca, que redime, que enciende lámparas en nuestras noches, y nos convoca como Pueblo que peregrina tras su luz. Y como aquellos cautivos que anhelaban la luz de la redención, también nosotros hoy cargamos nuestras vasijas de aceite: esperanza, oración, compromiso, entrega. Vasijas que necesitan ser constantemente llenadas por la gracia.
Cristo, Luz del mundo, está en medio de nosotros.
Jesús camina en medio nuestro, no para avergonzarnos en nuestras oscuridades, sino para recubrirnos con su ternura y devolvernos la dignidad que el pecado empañó. No tengamos miedo de mostrarnos como somos: vulnerables, limitados, necesitados. Porque ahí donde nos sabemos desnudos, la gracia teje su manto redentor.
La fe no es una idea abstracta: es lámpara en el camino, es impulso para ponernos en marcha, es confianza en que el Dios que libera sigue hoy actuando en nuestra historia, llamándonos a ser luz para otros.
Y en este mes de junio, dos presencias nos invitan a vivir el carisma mercedario con renovado ardor:
Madre Teresa de Jesús Bacq, fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora de la Merced, mujer audaz, misionera, apasionada por Cristo y por los pobres, testimonio de una vida entregada sin reservas.
Y la memoria agradecida por la fundación de las monjas mercedarias descalzas, que desde la clausura sostienen la obra redentora con la fuerza invisible de la oración constante.
Ambas figuras nos recuerdan que la Merced es fecunda en caminos distintos, pero con un mismo corazón: el corazón redentor de Cristo.
Hoy, como ayer, somos llamados a discernir, a mirar la vida con los ojos del alma, a elegir el camino de la luz, del amor, de la entrega.
¿Cómo es mi vida hoy? ¿Cómo quiero que sea? ¿Y qué pasos estoy dispuesto a dar para dejarme redimir y convertirme también en instrumento de redención?
Junio es un buen mes para hacernos estas preguntas. Y mejor aún: para comenzar a responderlas.
Fuente: Secretaría Pastoral Pronvincia Mercedaria de Chile, adaptado de "La Merced en la Liturgia".
