Notas históricas
Nació en Cagliari el 19 de marzo de 1907. El día 20 de enero de 1922 fue acogido en el convento de Bonaria como aspirante a la vida religiosa. El 5 de marzo de 1922 recibió el hábito de la Merced e inició el año de prueba, el noviciado. El 8 de septiembre de 1923 hizo la profesión de votos simples, y el 6 de agosto de 1927 murió serenamente rodeado del afecto de su familia y de los religiosos. Sus restos mortales reposan a los pies de la Virgen de Bonaria. Después de su muerte muchas personas aseguraron haber recibido gracias por la intercesión de fr. Antonino Pisano. En 1945 se inició el proceso diocesano en vistas a su beatificación. Tras la conclusión en 1957, la causa sigue en Roma.
Perfil espiritual
Fr. Antonino, devotísimo de la Virgen de Bonaria y de Jesús eucaristía, en el ardor de su juventud quiso ofrecer su vida al Señor por la conversión de los pecadores. Esta ofrenda, incomprensible a los ojos humanos, pero no a los de la fe, fue acogida por Dios; y desde los primeros días de mayo de 1926 una grave enfermedad lo tuvo postrado y lo llevaría al año siguiente a la tumba.
Al inicio de su noviciado escribió: Con la gracia del Señor y con la ayuda de Nuestra Madre santísima de la Merced me abstendré de cualquier pecado o defecto voluntario y advertido. Pero si por desgracia cometo alguno, por debilidad o por inadvertencia, no me desanimaré, sino que después de haberme arrepentido y pedido humildemente perdón, con la gracia de Dios y con diligencia y frevor, procuraré en lo sucesivo de cumpli mejor mis deberes y servir más fielmente al Señor.
En los pocos años de su vida religiosa dio ejemplo y fue modelo de virtud y de piedad, siendo admirado por sus condiscípulos y superiores. Y en el momento de la enfermedad demostró lo arraigada que estaba en él la fe y la confianza en el Señor. Llevó con paciencia y alegría, sin lamentos, la enfermedad.
Oración
Gloriosa Virgen María, que llamaste a tu santuario de Bonaria al angelical joven fr. Antonino Pisano y lo llenaste de gracia, de tal modo que fuese modelo para la juventud de nuestro tiempo, concédenos imitar sus virtudes y, si es para bien de la Iglesia, podamos verlo glorificado en los altares, de modo que pueda ser invocado con mayor fervor. Amén.
Fuente: La Merced en la Liturgia, 2023-24.