Mensaje Capitular
Provincia Mercedaria
de Chile

Mensaje Capitular

Domingo 15 de Mayo, 2022

 
En Roma se desarrolló el Capítulo General de la Orden de la Merced al finalizar este encuentro emanó este mensaje dirigido a toda la Familia Mercedaria.

 MENSAJE CAPITULAR

El Capítulo general de la Orden de la Merced, reunido en Roma desde el 30 de abril al 14 de mayo de 2022, envía un saludo a toda la Familia Mercedaria.

El mandato de María haced lo que Él os diga (Jn 2,5) nos ha vuelto a convocar para renovar nuestra fraternidad, profundizar en nuestra misión redentora y discernir nuestras estructuras en aras a responder con fidelidad en los tiempos que nos toca vivir en la historia de la salvación.

I. Características del mundo que nos desafía

Somos conscientes que para alcanzar la obediencia y fidelidad a la que María nos invita significa abrir los oídos a la escucha del Espíritu que, como en Pentecostés, se manifiesta en una comunión de vida y oración esperanzada. Una escucha que deseamos hacer de modo sinodal con toda la Iglesia en medio de nuestra sociedad, donde Cristo sea nuestro guía, modelo y maestro.

Hemos tomado conciencia del reto que supone la reactualización de nuestra misión redentora en medio de la postmodernidad. Las dificultades son muchas, como nos ha mostrado nuestro instrumentum laboris que ha iluminado nuestros trabajos, y hemos reconocido la crisis de civilización en la que nos toca vivir. El cientificismo, el subjetivismo, el relativismo moral y las ideologías no cristianas parecen haberse empoderado. Una crisis de fe y de esperanza que, como nos explica el Magisterio, caracteriza a este mundo que ha dejado de ser cristiano y que produce por doquier nuevas formas de cautividad que despojan al hombre de su dignidad más sagrada.

Hemos hecho memoria compartida de nuestra rica variedad de presencias y apostolados. Percibimos luces y sombras, brotes y arideces, miedos y esperanzas. La hemorragia vocacional que sufre la Iglesia no nos es ajena. De igual modo, nuevas y esperanzadoras realidades nos llaman a la puerta de nuestra responsabilidad para que con amoroso acompañamiento arraiguen como nuevos brotes de este vetusto olivo de Nolasco. Queremos seguir creciendo juntos, siendo nuestra vida renovada la mejor entrega que podemos ofrecer a nuestros formandos.

Hemos alzado los ojos compartiendo nuestra reflexión con la entera Familia Mercedaria. Nos proponemos avanzar en caminos intercongregacionales en los que poder beber de otras experiencias y programar juntos proyectos y esperanzas para ebullir y sorprender como el vino nuevo de Caná.

II. Afrontar los desafíos haciendo la voluntad de Dios

Hemos tenido la gracia de recibir el aliento de nuestro padre y pastor, el Papa Francisco. En su audiencia nos ha exhortado a acoger la solicitud de María para vivir el Capítulo en actitud de escucha sencilla, con gratitud y abandono, para desde ahí, encontrar las respuestas que vamos necesitando en nuestro caminar como Orden. Los retos y desafíos que la postmodernidad plantea a la vida consagrada, nos ha recordado el Santo Padre, no se resuelven con un mero optimismo que confía en la pura capacidad humana que deriva en falsas doctrinas o ideologías ilusorias, sino en la esperanza de aquel que pone su confianza en el Dios de la historia, de quien emprende el camino teologal de oír y hacer lo que el Hijo de Dios nos dice, de quien se descentra de sí mismo para hacer la voluntad de Dios.

Desde los orígenes de nuestra Orden, san Pedro Nolasco nos enseña que el camino para realizar las grandes obras de Dios no es el de poner la confianza en las solas fuerzas y recursos humanos, pues Dios hace sus grandes obras en los hombres de fe. Nuestro ser y quehacer mercedario tendremos que vivirlo centrados en el Redentor, ofrecer la redención de Cristo como Él nos enseñó. Ser merced hoy significa ratificar que nuestra consagración, procesos formativos, trabajos vocacionales, apostolados carismáticos, estructuras de animación y gobierno serán significativas si logran ser luz y sal para el mundo, si somos fieles a la dimensión profética de nuestro carisma. El Papa nos recordó que, siguiendo el mandato de María, tenemos que dejar que Jesús interpele nuestro corazón de una forma nueva, original e inesperada. Ante la tentación de la desilusión o del abandono, ante toda adversidad, nos exhorta, como en las bodas de Caná, a regresar a las tinajas del primer amor, a la fuente, a la actitud inocente y esperanzada de nuestros primeros años de vida consagrada.

El Maestro general en su saludo al Papa expresó que estamos en el momento oportuno para releer con los ojos de la fe los signos de nuestros tiempos desde una mística de los ojos abiertos capaz de detectar los rostros de los nuevos cautivos. Somos conscientes, como nos dijo también el Papa, que nuestro carisma es muy actual y por lo mismo desafiante. Los cautivos existen y son reales, en la historia solo cambian de geografía, de modalidad, de color; la esclavitud se va consolidando en número y variedad, existen más cautivos en los tiempos modernos que en los tiempos que fuimos fundados, y el reto que nos lanza como familia mercedaria es el de buscar las esclavitudes y preguntar al Señor: ¿Qué debo hacer?

Con memoria agradecida, valoramos y reconocemos el regalo del carisma redentor que Dios ha concedido a nuestra amada Orden mercedaria, que por más de ocho siglos ha dejado huellas de santos y mártires, de religiosos, religiosas y laicos que han entregado su vida, a imitación de Cristo, por la redención de cautivos. Anhelamos releer con fidelidad creativa y fecunda el legado espiritual y carismático de San Pedro Nolasco, para poderlo vivir y transmitir en los diversos apostolados que realizamos en el mundo. Seremos contrapeso a las seducciones que ofrece la postmodernidad siendo más testigos vivientes del evangelio, más eficaces en nuestra formación permanente e inicial, siendo más fieles y alegres en nuestra consagración mercedaria, creando fraternidades en comunión de vida, asumiendo la dimensión profética inherente a la vida consagrada, saliendo a las periferias existenciales, trabajando en la prevención y creación de ambientes sanos y seguros para todos, especialmente para los más pequeños y vulnerables, escuchando el clamor de los cautivos para liberarlos, cuidando a la persona y renovando estructuras.

III. A modo de conclusión

La crisis global, uno de los signos de nuestros tiempos, analizada desde la fe, la esperanza y la caridad es sin duda una gracia; nos brinda una oportunidad, una ocasión para salir de nuestra propia comodidad, de nosotros mismos. Durante los días del Capítulo general, nos hemos ayudado a caer en la cuenta de la urgencia de tomar conciencia, de pensar con rigor y creatividad en la comunión de la gran familia que hemos llamado olivo de Nolasco. Por un lado, esta crisis global es como un grito de alarma para un nuevo planteamiento, para poder mejorar o aclarar lo que parece opaco, oscuro o en peligro, en aras a una nueva organización. La crisis en sí tiene potencialidades negativas de regresión y, a la vez, potencialidades positivas que, gracias a una imaginación creadora, permiten encontrar nuevas soluciones. Por otro lado, esta realidad nos ha llevado a sentir la necesidad de discernir y proyectar juntos, de intuir caminos nuevos, de considerar la importancia de pensar en la re-estructuración del olivo de Nolasco. La crisis, en este sentido, se ha convertido para nosotros en un verdadero desafío para la renovación y la innovación que haremos juntos, sinodalmente, fraternalmente, mercedariamente.

La crisis global, leída como signo de nuestros tiempos, nos ha llevado a seguir promoviendo y potenciando la cultura del encuentro intercultural, intercongregacional y sobre todo intergeneracional, puesto que no hay memoria sin profecía, como no hay futuro sin raíces. En efecto, nos interpela con fuerza el mandato mariano, haced lo que él os diga (Jn 2,5), y deseamos responder encarnándolo en la escucha de la voz del Evangelio, la voz de la tradición, del magisterio y de todas las generaciones: memoria del pasado, atención al presente y la mirada dirigida hacia el futuro. Esto significa ofrecer espacio especial también a las personas ancianas para que su testimonio pueda ser expresado en la continuidad de la historia. Escuchar con atención y leer la realidad de lo que está verdaderamente sucediendo. La sostenibilidad de nuestra misión, de nuestras estructuras, que debe ser cuidada, pasa por el convencimiento de que el bien más preciado a conservar es nuestra identidad carismática y el valor sagrado de las personas. Visto desde este ángulo, podremos comprender aquellas Orientaciones de la Congregación para los institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica (CIVCSVA) inspiradas desde el evangelio del vino de la vida que recrea y regenera gozo y alegría: a vino nuevo, odres nuevos (Mt 14-17; Mc 2,21-22; Lc 6,33-39) para descubrir y asombrarnos de las maravillas y grandes cosas que el Dios de Jesucristo no cesa de cumplir a través de nuestros hermanos y hermanas mercedarios y mercedarias, religiosos y laicos, en las distintas misiones.

Al fin de cuentas, la crisis actual leída con los ojos de la fe, se convierte en una oportunidad y una gracia para volver a lo esencial de la vida cristiana y religiosa mercedaria. La crisis así vivida y asumida, podemos transformarla, como el milagro de Caná, en sorprendente misión redentora y en consagración renovada y gozosa, dando razón de nuestra fe, de nuestra esperanza y de perseverancia en nuestra vocación mercedaria, manteniendo encendida la antorcha de la redención que hemos heredado de san Pedro Nolasco, nuestro padre fundador, y que nuestros antepasados y nuestros mayores nos han trasmitido con su vida entregada.

Que la Virgen María de la Merced, nuestra Madre, nos ayude a hacer caso a su Hijo, Cristo redentor del mundo, único mediador y Palabra definitiva del Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

 



Provincia Mercedaria de Chile
Curia Provincial
Dirección: Mac - Iver #341, Santiago Centro
Teléfonos: 2639 5684 / 2632 4132