“El que tenga oídos, que oiga”. Comentario del Evangelio de este domingo
Provincia Mercedaria
de Chile

“El que tenga oídos, que oiga”. Comentario del Evangelio de este domingo

Viernes 11 de Julio, 2014

 
Reflexión del Evangelio que preparó fray Carlos Anselmo Espinoza O. de M.

DOMINGO 15° del Tiempo Ordinario

Textos

Is 55, 10 – 11      “Para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come”.

Salmo 64             La semilla cayó en tierra fértil y dio fruto

Rom 8, 18 – 23 “La creación será liberada de la esclavitud de la corrupción”.

Mt 13, 1 – 23      “El que tenga oídos, que oiga”.

                Iniciamos este domingo la lectura y meditación de la mano de San Mateo en el sugerente lenguaje del capítulo 13 de su evangelio. Estos tres domingos tendremos la oportunidad de profundizar el mensaje de Jesús en torno a la fuerza transformadora de la Palabra de Dios. La imagen del sembrador, la fuerza de la semilla, los tipos de tierra que la reciben, los frutos diversos que la Buena Noticia produce nos  llevan al mundo agrícola. Jesús usa imágenes y lenguajes que pueden comprender los sencillos a los que nos referimos el domingo pasado. El Evangelio puede ser comprendido por todos los hombres de buena voluntad que se dejan amar por el Padre Dios. La Buena Noticia crece allí donde se deja espacio a la gratuidad pues no es fruto de los limitados medios humanos. Ningún “programa” produce la felicidad del Reino; hay que abrirse al don, al regalo de un Dios que sale a nuestro encuentro en la persona de su Hijo Jesucristo, y dejarse empapar como la tierra se empapa en la benefactora lluvia, tomando la imagen del profeta Isaías. Quedamos invitados a entrar en esta sintonía del Reino de Dios, dejando de lado nuestra “lógica humana” y dejando que fluya el don de la gracia liberadora de Dios en Jesús.

                La primera lectura del profeta Isaías, brevísimos dos versículos pero su contexto es más amplio. Desde el verso 6 de este capítulo 55 y hasta el verso 11 el autor llama a prestar atención al Señor, que lo busquen, que lo llamen, que regresen al Señor los malvados ya que Él tendrá piedad porque es un Dios rico en perdón. Los planes de Dios no son los planes humanos, los caminos del Señor no son los caminos humanos. Y en este ambiente se inserta nuestra primera lectura de este domingo. La imagen es sugerente como la lluvia y la nieve que descienden y empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar produciendo semilla y pan para comer; así también acontece con la Palabra de Dios. ¿Qué podemos aprender y reflexionar de este texto? 1° Que la Palabra de Dios es viva porque procede de Dios vivo. Detrás de los textos bíblicos está la realidad de Dios que habla y actúa, es el Dios Viviente, el Eterno. Por eso, no basta con leer y estudiar los textos bíblicos; hay que descubrir al Señor que está hablándonos mediante su Espíritu. 2° Que la Palabra de Dios es eficaz, porque realiza lo que ella anuncia, promete, ofrece. Y la Palabra anuncia la salvación, promete la liberación del pecado y de la muerte, proclama un mundo nuevo a partir del corazón de todo aquel que la acoge y responde. 3° Que la Palabra engendra la vida nueva y fecunda la vida humana permitiendo frutos tan hermosos como la caridad fraterna, la esperanza, la alegría, la paz, la libertad, la unión fraterna, la solidaridad. El oyente de la Palabra es el que deja que ella vaya produciendo las obras de justicia del Reino de Dios en medio de los hombres. 4° Que este es el criterio de fidelidad del creyente, es decir, ser fiel a la Palabra que se nos ha anunciado a través de la Iglesia. Oír y practicar lo escuchado, estupendo resumen de la actitud ejemplar de María Santísima en el orden de la fe y de la obediencia filial al Padre Dios. Cada cristiano es un “oyente de la Palabra” razón por la cual cada domingo nuestra celebración dedica un tiempo significativo a la proclamación y meditación de la Palabra de Dios.

                La segunda lectura, en continuidad con el domingo anterior, seguimos disfrutando de la belleza espiritual de este extraordinario capítulo octavo de la Carta a los Romanos. Recurre el Apóstol a una imagen bien incisiva, la de los dolores de parto, para hacernos comprender que la vida nueva no queda reducida y enclaustrada en el individuo; por el contrario, la vida nueva del Espíritu de Dios manifestada en la “gloriosa libertad de los hijos de Dios” también se manifestará en la creación entera. Hoy, ésta todavía gime, balbucea en esperanza esa venturosa realidad escatológica que significará que será “liberada de la esclavitud de la corrupción”. Tampoco nosotros los bautizados podemos gozar de aquella plenitud; todavía “gemimos por dentro esperando la condición de hijos adoptivos, el rescate de nuestro cuerpo”. Saludable recuerdo para que no caigamos en sentimientos de superioridad y exclusividad con respecto a los que no son creyentes. Poseemos las primicias del Espíritu Santo pero sin dejar nuestra frágil condición humana de peregrinos de lo eterno y definitivo. Como los demás seres humanos experimentamos “los sufrimientos del tiempo presente” pero repletos de porfiada esperanza. Saludable invitación a mirar nuestra realidad concreta con más cariño y optimismo.

                El Evangelio de Mateo de este domingo da inicio a las parábolas con que Jesús manifiesta la presencia del Reino de Dios en medio de los hombres. ¿Qué piensa y siente Jesús acerca de esta realidad que el anuncia? Al leer las parábolas podemos entrar a comprender este especial reinado de Dios que Jesús proclama como centro de su misión y que exige una respuesta para ser comprendido. Quien lo acepta lo comprende y quien no lo acepta, se niega a comprender. Así se comprende la sentencia final del relato de hoy: “El que tenga oídos, que oiga”.

                La parábola del sembrador es la dramatización de las diferentes actitudes que los hombres toman ante el mensaje del reinado de Dios. Quienes le siguen porque lo escucharon son los han aceptado la palabra y por lo mismo van comprendiendo y entrando en el misterio del reinado de Dios. Es la semilla que cae en buena tierra y va produciendo fruto. Jesús puede hablar de las distintas tierras que reciben la semilla en base a la experiencia de quienes le siguen, es decir, los pobres o empobrecidos de Palestina del siglo primero. Los oyentes ubican perfectamente las situaciones que enfrenta la semilla cuando es arrojada por el sembrador; comprenden las dificultades con que se encuentra el crecimiento de la semilla. La parábola no pone el acento en las dificultades que encuentra la semilla sino en el resultado sorprendente de la cosecha: un 30, un 60 y hasta el 100 por uno. Es una cosecha sobreabundante, inesperada, inimaginable. Los oyentes saben que sus cosechas reales alcanzan apenas el 10 por ciento. Lo que Jesús está señalando que el Evangelio es verdaderamente Buena Noticia, cosa que sólo pueden comprender los que tienen los oídos bien abiertos.

                ¿Qué sentido tiene la necesidad de explicación de la parábola? Los discípulos saben de las dificultades que enfrentan en la predicación ante muchos de oídos cerrados. Jesús necesita confortarlos e indicarles que ellos ya han entrado a comprender los misterios del reinado de Dios y por tanto son dichosos. También nosotros necesitamos comprender que la palabra del evangelio acarrea penurias, incomprensiones, tensiones, fracasos, oposiciones. No nos es fácil evangelizar hoy. Necesitamos comprender la trama interna del evangelio como camino con cruz, con exigencias, con dolor. Sentimos muchas veces que los corazones de hoy no quieren “oír” el mensaje pero hay que sembrar sin fijarnos ni esperar los resultados de la siembra.

              Que esta Palabra de Dios nos conforte, anime y empuje a evangelizar sin desmayar. Un saludo fraterno. Fr. Carlos A. Espinoza I.   



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