Estimados hermanos (as) de la Familia Mercedaria en Chile y Angola:
En primer lugar, vaya para ustedes un saludo fraterno en este día 06 de mayo, día muy significativo para todos los miembros de esta familia religiosa como es la Merced, esparcida por tantos lugares en Chile y Angola. Hacemos memoria agradecida de tantos y tantas que nos han heredado este profundo amor por la Merced y la intensa dedicación que han transmitido a los cristianos cautivos a lo largo de los siglos. Como Provincia Mercedaria de Chile este año cumplimos 454 años y 480 de la llegada del primer mercedario a estas tierras, como fue el recordado misionero P. Antonio Correa. Es un motivo para sentirnos orgullosos de todo lo que la Merced ha entregado en todos estos siglos y que nacen desde el sueño de nuestro fundador, a quien hoy celebramos.
Como todos los años, volvemos a poner la mirada en aquel hombre que inició esta hermosa aventura centrada en la libertad y la misericordia, moviendo el corazón de esos primeros misioneros llegados hasta nuestras tierras y que hoy, de igual manera, nos impulsan a entregar lo mejor de nosotros en cada unas de nuestra obras y apostolados en Chile o en Angola. Esto nace desde el profundo Amor que Dios tiene por su pueblo y que tan maravillosamente nos lo recuerda aquel proemio de la las Constituciones Amerianas de 1272: “Así como Dios, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo y dador de alivio en toda tribulación, por su gran misericordia, envió a Jesucristo, su hijo, a este mundo para visitar a todo el humano linaje que se hallaba en la cárcel, cautivo en poder del diablo y del infierno…”
Ese hombre es San Pedro Nolasco, a quien hoy volvemos a poner en el centro de nuestra oración y de nuestro quehacer; y quien ha interpretado de manera espléndida este profundo amor que se hizo vida en la fundación de nuestra Orden de la Merced y que María nuestra madre de la Merced, inspiradora de la obra de redención, le ha encargado llevar adelante.
Como familia mercedaria, somos depositarios de ese amor, manifestado en la visita y liberación de los cristianos que, por circunstancia adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentren en peligro de perder su fe. (COM1)
En los actuales tiempos, marcados por la tragedia que ha significado la pandemia y los enormes desafíos sociales, políticos y económicos que enfrentamos, la mirada a nuestro fundador nos ha de impulsar a volver a confirmar nuestra misión en la Iglesia y en nuestra sociedad, como es: la liberación de los cristianos y la promoción de la dignidad de toda persona humana. Así nos lo recordaban nuestras constituciones y que expresa muy bien el Ordo litúrgico de nuestra Orden.
“Hoy Pedro Nolasco es para los mercedarios (as) el mejor signo de la acción liberadora de Jesús, y el que impulsa al compromiso redentor. La vida mercedaria debe estar llena de este movimiento de visita y redención. Capacidad de ir al encuentro del hermano que sufre, compartir sus penalidades; capacidad de sacar del cautiverio, comprometiendo la propia vida y los propios recursos. No se puede ser mercedario (a) delante de la televisión, sufriendo por las noticias del cautiverio, no ser redentor enviando a otros. El ejemplo de San pedro Nolasco motiva, impulsa y mueve a visitar y redimir.”1
Estimados hermanos, al concluir este pequeño saludo en el día que celebramos a nuestro fundador San pedro Nolasco, elevemos una plegaria a Dios nuestro Padre, rico en Misericordia:
- Para que todos los perseguidos y oprimidos por su fidelidad a Cristo encuentren en la Orden de la Merced ayuda y consuelo.
- Para que los que sufren las nuevas formas de cautividad experimenten al Dios de la misericordia y del consuelo que se hace misericordioso con ellos compartiendo su dolor y angustia.
- Para que los religiosos y laicos mercedarios trabajen en la Iglesia encarnando el espíritu de fe, de amor y de libertad que San pedro Nolasco practicó de modo admirable.
Roguemos al Señor
Fraternalmente
Fray Mario Salas Becerra
Superior Provincial
